Lo segundo que quería comentar es mi sorpresa al constatar el gran número de anuncios referidos a cuestiones de escritura que he encontrado, perdidos entre las ofertas de venta de pisos, de coches, de alquiler de habitaciones, de reparación de ordenadores… He fotografiado unos cuantos, los más significativos, y los pongo a continuación. No faltarán los agoreros que piensen que esto refleja las pobres perspectivas que esperan al que quiera dedicarse a los oficios de la cultura. Yo prefiero ver el vaso medio lleno, como una prueba de que existe una gran demanda de servicios como los que ofrece tinta invisible. Eso sí, como en el cuento de Heinlein que da título a esta entrada, los que nos dedicamos a esto tenemos que tener una vocación de servicio a toda prueba. ¡Ánimo, camaradas!
«No hay trabajo demasiado grande para nosotros
No hay trabajo
demasiado pequeño…
¡y todo asombrosamente barato! »
No hay comentarios:
Publicar un comentario